La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y su función principal es protegernos de agentes externos, como los rayos solares, virus, bacterias, etc. Esta sirve como una barrera protectora a favor del interior del cuerpo entero, en contra del mundo exterior.
La piel, nos ayuda a regular la temperatura del cuerpo y actúa como un filtro. Además, protege a todos los órganos internos. Está compuesta por un 70% de agua y esto aporta hidratación a nuestro cuerpo, lo que permite la cicatrización de las heridas y que tengamos una piel joven. Además, a través de la piel, se eliminan todas las toxinas. Todas estas funciones de la piel son muy importantes para la salud.
El cuidado apropiado de la piel es vital si te preocupas por tu apariencia física. La piel enferma tiende a parecer pálida y sin brillo, mientras que la sana parece plena y vigorosa. Las arrugas se desarrollan con más facilidad y son más profundas si tu piel está deshidratada y poco saludable, y puede causar manchas irregulares de color moteado. Cuando la piel está enferma, pierde elasticidad, lo que puede hacerla ceder y parecer delgada.
Los malos hábitos en el cuidado de la piel pueden causar erupciones cutáneas, llagas, acné y arrugas. La piel enferma es más susceptible a la enfermedad, infección y es más probable que cicatrice después de una herida. El cuidado apropiado es especialmente importante para las personas que sufren problemas de la piel, tales como acné o que tienen alergias cutáneas. La piel sana, o bien cuidada, es capaz de luchar contra el envejecimiento, sanar mucho más rápido y evitar mejor cualquier enfermedad potencial.
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